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viernes, 12 de febrero de 2010

Gemidos humanos

Hacia una nueva espiritualidad de inclusión

por Hna. María de la Paz Carbonari, ddm
Lic. en Teología Bíblica


(…) nosotros la extirparemos como diente maligno
que hasta ahora ha mordido el corazón del hombre.
Pero no quiero que la temas.
Si llega por mi culpa a tu morada,
si la pobreza expulsa
tus zapatos dorados,
que no expulse tu risa (…).

La Pobreza, Pablo Neruda

Cuando decimos la palabra pobreza, nos viene una lluvia de ideas: inclusión, solidaridad, riqueza, dar, compartir, frágil, escaso, escandalosa, y así podríamos seguir enumerando palabras que surgen de su significado.

Partiendo del término pobreza y descubriendo su amplio uso en las cartas de Pablo, nace la pregunta: ¿Qué significa la pobreza en Pablo?

Lo que hoy nosotros, en general, expresamos con el término pobreza, presenta, en el Antiguo Testamento, una cantidad de conceptos que no se pueden reducir a un solo término. La pobreza, en el Antiguo Testamento, indica, a través de distintas palabras, un sentido concreto y material, como también religioso. El Antiguo Testamento, en la versión de los Setenta (la traducción griega), lo podemos considerar como su fuente literaria.

Desde este enfoque, la pobreza parece señalar un vacío, una laguna, en una realidad que no permanece así y se completa en una realidad diversa y superior. Protagonistas son Cristo, Pablo y la comunidad.

Cristo pobre es el Cristo que, “siendo rico”, se despoja de su riqueza, “se hizo pobre”. Y esto para enriquecer a la comunidad: “a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Corintios 8, 9). El Cristo que influye dinámicamente en la vida de la comunidad es el Cristo humilde y manso, en quien Pablo puede fundamentar sus palabras: “Yo mismo los exhorto por la mansedumbre y la benevolencia de Cristo” (2 Corintios 10, 1).

Pablo pobre es Pablo enfermo (Gálatas 4, 13), que se siente como vacío y privado de fuerza humana; es Pablo probado, que, sintiendo el peso de esta situación (2 Corintios 12, 7-10), la acepta, más bien la elige (2 Corintios 11, 7. 29); y se pone en el lugar de los pobres (2 Corintios 7, 6), porque sabe que, en este espacio vacío, obra una fuerza superior, la fuerza de Dios que enriquece la Iglesia (2 Corintios 6, 10). Entonces, la pobreza se transforma en motivo de alegría (2 Corintios 12, 10), y el comportamiento de Pablo está marcado por el espíritu de mansedumbre y bondad de Cristo.

También la comunidad aparece en Pablo como protagonista de la pobreza. La Iglesia pobre es la Iglesia privada de medios económicos (2 Corintios 8, 1-2) y de recursos humanos, pero que prolonga y revive en ella el anonadamiento de Cristo y se enriquece con él (Filipenses 2, 3-8).

Pablo se pone en el lugar de los pobres, ¿qué significa la vida de los pobres para nosotros? ¿Qué podemos o qué debemos hacer con ellos y por ellos?

Los pobres no nos piden que hagamos nada por ellos; ellos reclaman, exigen, protestan, no se fían, nos muestran una actitud que percibimos como desafiante y, con frecuencia, agresiva.

Lo que viven es una terrible soledad, es el vacío del no ser, en una sociedad que les promete la felicidad y no se la da.

Escuchar el grito de los pobres, su reclamo, es escuchar su gemido, y nos remitimos a una frase de Pablo, que ya compartimos en otra oportunidad:

“Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente” (Romanos 8, 22-23).

Toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no solamente ella: nosotros también gemimos... Los gemidos de los excluidos son gemidos de quien sufre dolores de parto... Si son gemidos de parto, son gemidos de vida y no de muerte. Son gemidos de posibilidad y de futuro. Son gemidos de quien, con toda la creación, gime anhelando...
Revista On Line San Pablo

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