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miércoles, 17 de febrero de 2010

Mala praxis

Por: Daniel Giménez

Mi caso no es único, es similar al de muchos jóvenes pobres, encarcelados de la provincia de Santa Fe, en nuestro país, también en toda Latinoamérica.

El mío particularmente, es así:

Por este medio quiero contar lo que nunca me he animado a expresar para no sentir discriminación y un poco de vergüenza. Tengo 30 años, 10 de estos llevo en el (servicio penitenciario) es decir sumando varias veces que me ha tocado venir nuevamente a la cárcel, actualmente estoy privado de mi libertad (tres años y nueve meses).

Soy de una familia humilde de clase muy baja, de gente que no ha terminado sus estudios primarios, somos 7 hermanos: 4 varones, 3 mujeres; y ninguno ha terminado la escolaridad primaria, 3 estamos en estado de cárcel (dos varones y una joven chica).

Mi familia vive de changas y cuando no consiguen, juntan cartones para vivir, nunca han tenido trabajo en blanco. Hoy comprendo porqué existió desocupación y no posibilidad de estudios en mi familia, como en muchas.

Me acuerdo cuando tenía diez años en un diálogo entre papá y mamá, en el que papá le dice a mamá: "No me tomaron por que no termine mis estudios primarios", esas palabras las voy a recordar toda mi vida, así no siempre lo tomaban en algún trabajo donde quería emplearse. Recuerdo como este, tengo muchos desde que tengo uso de razón, ahora sólo quiero resumir lo que puedo llamar “mala praxis política a los pobres e ignorantes”.

Recuerdo cuando mis hermanos más grandes me llevaban a juntar cartones y pedíamos para comer en los negocios, es así como empecé mi vida delictiva, todo esto me impulsó a tener amistades de chicos de mi edad: rebeldes, adictos a las drogas, delincuentes, de ahí empecé a adoptar todas estas características.

Cuando más grande siempre soñaba con escapar de la situación que vivía, al recuperar mi libertad, unas vez que pagaba mi condena, sólo notaba puertas que se cerraban en el área laboral o donde creía que me podían ayudar con mis problemas, esto generaba impotencia, me hechaba la culpa por el hecho de no tener estudios y un oficio laboral en el rubro que necesitaban emplear a una persona, hoy comprendo lo que motivó traerme al sistema penal.

Me están faltando 90 días para mi libertad ambulatoria, por mis propios medios y con ayuda de compañeros que han pasado por esta situación, pude capacitarme en el manejo de computación, en diferentes tipos de programas: Windows, procesador de texto, diseños gráficos, Corel, fotoshop, y lo básico en el uso de Internet.

Nunca la institución penitenciaria ha aportado la ayuda para capacitarme en algún oficio laboral para mi futura libertad.

Ahora estando instruido en el uso de computación, me brinda otras posibilidades una vez recuperada mi libertad. Tengo propuesto un trabajo que requiere tener conocimientos en el uso de una computadora, lo tengo, voy a aprovechar para no volver al sistema, ya que con este conocimiento puedo tener otras posibilidades a la ya existente.

En las cárceles de Santa Fe, el detenido, si se reinserta a la sociedad es, por sus propios medios y con ayuda de compañeros que tenemos la predisposición para enseñar lo que aprendimos y una vez libre tener una herramienta para desenvolvernos en lo laboral.

La otra cara de la moneda

Hay jóvenes que no tienen la posibilidad que voy a tener yo estando libre, la lucha pera ellos es constante, de todos los días; para el que está afuera, para el que esta saliendo y el que va a salir. Ya que el fantasma que los rodea es amplio, con decir que el que esta saliendo con permisos cobra una vez al mes solo $ 120 y gasta $ 200 en el supermercado.

Hay chicos con ganas de cambiar de vida pero no les dan la posibilidad de ese cambio.

Señores dirigentes, encargados de esta política penitenciaria progresista, presten atención de lo que están encargados...

Publicado en Rompiendo el Silencio

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