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martes, 17 de marzo de 2009

Carta Pastoral de Cuaresma 2009‏

Jesús orando y ayunando
se preparó a su misión
Queridos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos

Al comenzar este tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación espiritual para vivir más de cerca el misterio pascual, y renovar nuestra vida cristiana, deseo invitarlos ante todo a meditar y seguir las palabras del Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje de Cuaresma de este año.

I. El Mensaje de Cuaresma del Santo Padre Benedicto XVI

Entre las prácticas cuaresmales, el Santo Padre se detiene este año a reflexionar sobre el ayuno.

El tema del ayuno lo lleva a recordar el libro del Génesis, cuando el Señor le impone al hombre abstenerse de comer del fruto prohibido (Gen.2, 16 -17), y a tener presente el comentario de San Basilio "el ayuno ya existía en el paraíso", y "la primera orden en este sentido fue dada a Adán". Por lo tanto, concluye: "El ‘no debes comer’ es, pues, la ley del ayuno y de la
abstinencia"
(cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98).

El Evangelio de San Mateo, nos manifiesta que "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,1-2). Allí mismo, es Jesús quien nos enseña que al terminar los cuarenta días pasados en el desierto, debió decirle a Satanás: "no solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"
(ibídem, 4,4).

También este pasaje del Evangelio nos invita a contemplar cómo “Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador” (Benedicto XVI, Mensaje, 2009).

Asimismo, el ayuno nos ayuda a acrecentar la caridad. "Si uno vive en la abundancia, y viendo a su hermano que está necesitado, le cierra el corazón, y no se compadece de él ¿cómo puede permanecer en el amor de Dios?" (3,17). Privarnos de comer, nos permite descubrir el padecimiento de quiénes no tienen lo necesario para subsistir; y nos impulsa a compartir con ellos el fruto de nuestras privaciones.

La actitud del Buen samaritano del Evangelio, que se prodiga a su prójimo, sabiendo que prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mi, y yo pueda ayudar (Dios es caridad, nº 15), nos invita a asemejarnos a él y a imitar su insondable amor.

II. Cuaresma y Orientaciones Diocesanas

De este modo, el ayuno de esta Cuaresma, unido a la oración, y a la limosna, van a acrecentar nuestra disponibilidad a las Orientaciones Pastorales Arquidiocesanas, que como un plan pastoral a la luz de “Navega Mar Adentro” y de las enseñanzas de la Vª Conferencia Episcopal de Aparecida, afianzan la vida pastoral de la Arquidiócesis desde el año próximo pasado.

No solo de pan vive el hombre

La primera de las Orientaciones Arquidiocesanas precisamente nos impulsa al conocimiento de la Palabra de Dios, a fin de que se revalorice la importancia fundamental de la Palabra de Dios, tanto personalmente como en cada decanato, parroquia, y comunidad de vida consagrada; en los movimientos y asociaciones, así como en las escuelas e instituciones de nuestra familia diocesana (cfr. Orientaciones Pastorales I, 1 -11).

Motivados por el espíritu cuaresmal y el ayuno, sabemos que para escuchar la Palabra de Dios, necesitamos momentos de silencio en el interior de nuestro corazón, y también donde ésta se lea y proclame, particularmente en nuestras iglesias y capillas, y nos ayude a escuchar la voz de Dios y al recogimiento (cfr. ibídem, nº 3).

Asimismo, la lectura orante de la Palabra de Dios, que es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino (cf. Salmo 118/119,105), nos ayudará a rezar y a crecer en la oración, y así podamos responder a su voz. Si la promovemos en forma habitual, traerá durante esta Cuaresma una profunda renovación en nuestra vida cristiana y en nuestra vocación de discípulos (cfr. ibidem, nº 4).

Esta lectura orante, nos conducirá al encuentro con Jesús - Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús - Mesías, a la comunión con Jesús - Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús - Señor del Universo” (D. Aparecida, nº 249); que podemos recibir cada día en la Eucaristía, y sobre todo el domingo, día del Señor y centro de la vida cristiana.

Jesús orando y ayunando se preparó a su misión

En este tiempo en que experimentamos el llamado a ser discípulos misioneros, año en que vamos a comenzar conforme a las Orientaciones Pastorales la misión arquidiocesana, también el ayuno y la oración son un camino penitencial muy rico para dar una mejor respuesta de nuestra parte.

Jesús nos invita a todos a participar de su misión. ¡Que nadie se quede de brazos cruzados! Ser misionero es anunciar a Jesucristo, particularmente en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido anunciado o acogido, en especial en los ambientes más difíciles y olvidados (cfr. Aparecida, nº 4).

Al seguir estas iniciativas pastorales, estamos asumiendo que somos discípulos misioneros, de tal manera que, con la ayuda de la gracia, podamos llevar adelante un camino que durante el año 2009 centre su atención en la misión parroquial y arquidiocesana (cfr. Orientaciones Pastorales).

Dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se ha recogido

Esta invitación tomada de la Didascalia, fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y vuelve a ser propuesta por el Santo Padre en el Mensaje de este año: "Dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18; Mensaje Cuaresma 2009).

A lo largo de las Orientaciones, siempre está presente en forma transversal, el llamado a vivir el amor como el centro de nuestra vida cristiana y de discípulos.
Sobre todo se pidió que durante este año continuáramos dedicando un tiempo a reflexionar sobre la obra de Cáritas, en nuestras parroquias y decanatos, así como a nivel arquidiocesano; con el compromiso que nos impulse a hacer efectivos sus proyectos, sobre todo en el ámbito de la espiritualidad, de la formación y capacitación, en el crecimiento de un voluntariado genuino y creativo; en la búsqueda de recursos que provengan de la comunidad eclesial, como una respuesta de verdadera caridad y solidaridad.
III. Vía Crucis
Ruego que en las comunidades parroquiales, en cada familia, así como personalmente, podamos estar disponibles para dar este año, con la ayuda de Dios, nueva vida al espíritu de la Cuaresma, que se manifiesta en el seguimiento de Cristo en la cruz, especialmente a través del ayuno, la limosna y la oración; así como del sacramento de la Reconciliación y del perdón.

Nos va a ayudar a revivir este espíritu, como una devoción expresiva de la Cuaresma, el seguir con piedad el camino de la cruz; por lo que invito a rezar cada viernes de este tiempo el Vía Crucis, en las Parroquias y Capillas de la Arquidiócesis, particularmente y en comunidad, y a recorrer sus catorce estaciones.

Por este motivo, deseo que tanto en la Iglesia Catedral, como en la Curia arquidiocesana, junto con los colaboradores y su personal, podamos también hacer el Vía Crucis todos los viernes durante este tiempo cuaresmal.

La Santísima Virgen del Rosario, nos ayude en el año Jubilar arquidiocesano, a vivir la Cuaresma, para celebrar gozosamente la Pascua de Jesús Resucitado.

Los saludo con afecto en el Señor.

Rosario, 23 de febrero de 2009

+José Luis Mollaghan
Arzobispo de Rosario

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