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lunes, 30 de marzo de 2009

La exclusión es violencia

Frente al significativo aumento de la violencia en el país se han propuesto desde distintos ángulos del poder, soluciones como: tolerancia cero, mano dura, agravar las penas, reducir la edad para penar ciertas conductas delictivas, dificultar la obtención de la excarcelación, más cárceles... Sin embargo, los cientos de agentes pastorales que trabajan en las cárceles saben que no puede haber solución a este problema si no se va a las causas y que estas medidas drásticas no sólo son inútiles sino además contraproducentes.
Las estadísticas muestran que el 76% de los menores que delinquen nacen en el seno de familias con problemas. En los últimos años la edad mínima de los delincuentes primarios bajó de los 15 a los 11 años. Según datos del Ministerio de Justicia, el 77% de la población carcelaria es primeriza. Y la mayoría de los analistas afirman que la causa principal de este fenómeno es la exclusión social creciente de los que sienten que no pueden esperar nada del futuro. Escribe el abogado constitucionalista Rafael Bielsa: "Cuando los 'de abajo' pasan a ser los 'de afuera', dejan de querer cambiar el mundo para querer entrar en él no importa a qué precio".
La violencia golpea en todos los niveles de la sociedad a causa de la disolución familiar, el constante aumento de circulación y consumo de drogas (en el conurbano bonaerense casi el 80% de los jóvenes que cometen graves delitos lo hacen a causa de la droga) y en particular por las enormes deficiencias en el campo de la educación. El 93% de los detenidos por delitos graves en la provincia de Buenos Aires no completó la primaria. Las cárceles por otra parte, no sólo no rehabilitan sino que siguen siendo en su mayoría, a pesar de algunos esfuerzos, inhumanas y denigrantes.
La Pastoral Penitenciaria apunta a la asistencia y dignificación del preso pero también estimula a la sociedad a buscar soluciones de fondo a través de políticas tendientes a priorizar el esfuerzo de los trabajadores sociales y los recursos básicos en favor de la familia, de la vivienda, de la salud, de trabajo digno y particularmente de una educación impregnada de valores humanos y cristianos.
Con el Encuentro Nacional de este año, escribe el P. Gabriel Carrón, "queremos hacer tomar conciencia que cuando un cristiano se arrepienta y pida perdón de verdad, no desconfiemos, le creamos y lo recibamos acompañándolo para que se sienta como en su casa, en la parroquia y en la sociedad. Queremos que poco a poco la Pastoral Penitenciaria salga también de las cárceles y ayude a los cristianos de afuera a recibir al que allí se encontró." El tema central del Encuentro en este Año del Padre, fue la reconciliación desde las parroquias como lugar de encuentro no sólo con el Padre sino entre el hermano menor y el mayor.
Un experto en esta pastoral, el obispo chileno Cristian Contreras afirma: "Existe en las parroquias desconocimiento, miedo y tal vez incredulidad de la real rehabilitación de los encarcelados. Rara vez vi a un párroco visitar esa porción que le ha sido encomendada... También los voluntarios penitenciarios necesitan apoyo pastoral y espiritual.

XI Encuentro Nacional de Pastoral Penitenciaria

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