Mi foto
Rosario, Santa Fe, Argentina
pastoralpenitenciaria@hotmail.com

lunes, 4 de mayo de 2009

Benedicto XVI: Los derechos humanos, punto de encuentro entre la Iglesia y el mundo

Discurso a los miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales
4 de mayo de 2009 (zenit.org)

Las grandes religiones y filosofías del mundo han iluminado varios aspectos de estos derechos humanos, que están concisamente expresados en "la regla de oro" que encontramos en el Evangelio: "Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente" (Lucas 6,31; cf. Mt 7,12). La Iglesia siempre ha afirmado que los derechos fundamentales, por encima y más allá de las diferentes formas en que han sido formulados y los diferentes grados de importancia que hayan tenido en los diversos contextos culturales, deben ser mantenidos y concedido el reconocimiento universal porque son inherentes a la naturaleza misma del hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Si todos los seres humanos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, comparten en consecuencia una naturaleza común que los une y que reclama el respeto universal. La Iglesia, asimilando la enseñanza de Cristo, considera a la persona como "lo más digno de la naturaleza" (S. Tomás de Aquino, De potentia, 9, 3) y ha enseñado que el orden ético y político que gobierna las relaciones entre las personas encuentra su origen en la propia estructura del ser humano. El descubrimiento de América y el consiguiente debate antropológico en los siglos XVI y XVII llevaron a Europa a una mayor conciencia sobre los derechos humanos como tal, y de su universalidad (ius gentium). La época moderna ayudó a dar forma a la idea de que el mensaje de Cristo -porque éste proclama que Dios ama a todo hombre y mujer y que todo ser humano está llamado a amar a Dios libremente- demuestra que todos, independientemente de su condición social y cultural, por naturaleza merece la libertad. Al mismo tiempo, debemos recordar siempre que "la libertad misma necesita ser liberada. Es Cristo quien la hace libre" (Veritatis Splendor, 86).

La acción de la Iglesia en la promoción de los derechos humanos se apoya por tanto en la reflexión racional, como una forma en que estos derechos pueden ser presentados a toda persona de buena voluntad, independientemente de la afiliación religiosa que pueda tener.

Esta perspectiva dirige la atención hacia uno de los más críticos problemas sociales de las décadas recientes, como es la conciencia creciente -que ha surgido en parte con la globalización y a presente crisis económica- de un flagrante contraste entre la atribución equitativa de los derechos y el acceso desigual a los medios para lograr esos derechos. Para los cristianos que con regularidad pedimos a Dios que "nos de el pan de cada día", es una tragedia vergonzosa que una quinta parte de la humanidad pase hambre. Asegurar una adecuada aportación de alimento, así como la protección de recursos vitales como el agua y la energía, requiere que todos los líderes internacionales colaboren mostrando su disposición a trabajar de buena fe, respetar la ley natural y promover la solidaridad y la subsidiariedad con las regiones y pueblos más débiles del planeta, como estrategia más eficaz para eliminar las desigualdades sociales entre países y sociedades y para aumentar seguridad global.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario