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jueves, 21 de mayo de 2009

Presos alfabetizadores enseñarán a leer y escribir a otros internos

En Santa Fe y el país, el analfabetismo en las penitenciarías llega al 30 %

Es un programa de alfabetización a aplicarse en seis cárceles de la provincia. Beneficiará a 228 internos, quienes serán instruidos por otros que oficiarán de alfabetizadores. Una alternativa para el empleo productivo del tiempo.
En las cárceles, el analfabetismo llega al 30 % de la población total. Los propios presos oficiarán de capacitadores para otros, de acuerdo a la modalidad que seguirá este programa nacional de alfabetización.

Toda vez que se analiza la cruda realidad de las penitenciarías del país y la provincia, se cae en la cuenta de que es en la propia situación de encierro y aislamiento -agravada por la superpoblación en los pabellones- donde anidan las causas de la violencia, los abusos y las vejaciones. Cuando el tiempo se vuelve hastío, se rompen las normas de convivencia entre los internos. Ante esto, la educación propicia alternativas normalizadoras que permiten una ocupación productiva del tiempo ocioso, brinda herramientas para la continuidad de estudios superiores y contribuye -quizás más que cualquier otra actividad- a la preparación para la reinserción social de personas que deben cumplir condena.
Recientemente, se firmó un convenio marco a través del cual se implementará un programa de alfabetización y educación básica para jóvenes y adultos, en seis unidades penitenciarias de la provincia. La novedad es que, en cada cárcel, será capacitado un grupo de internos durante seis meses, que luego oficiarán de alfabetizadores.
El programa -suscripto entre el Ministerio de Seguridad de la provincia y de Educación de la Nación- se desarrollará durante cinco años, y la cartera educativa nacional envía los útiles escolares, cuadernillos de estudio y material bibliográfico, para comenzar con la capacitación. Se recibirán además los fondos para abonar un estímulo tipo estipendio para los alfabetizadores, de 80 pesos por mes.
“Este plan de alfabetización está pensado a partir de la mecánica de preparación y capacitación de alfabetizadores, que serán también personas privadas de libertad. Éstos enseñarán a leer y escribir a otros internos dentro del universo penitenciario”, explicó el secretario de Asuntos Penitenciarios de la Provincia, Leandro Corti.
“Poder desarrollar esta línea de trabajo es más que saludable para un contexto de encierro. Primero porque está inscripta en estrategias para el empleo productivo del tiempo, que es fundamental. Cualquier actividad que sea educativa -como la presente-, cultural o recreativa, es bienvenida en cualquier ámbito penitenciario, a partir de una lógica de empleo del tiempo”, destacó.

La educación, derecho básico

La iniciativa apunta además a garantizar un derecho tutelado jurídicamente: el acceso a la educación de personas condenadas y encarceladas. “Lo cual invita a otra mirada: más allá del estatus social que tiene el sujeto que está privado de su libertad cumpliendo condena, en primera lugar es necesario considerarlo como ciudadano. Esto implica que, aún dentro de las restricciones que supone el espacio carcelario, se trate de garantizar (a los presos) la accesibilidad a derechos fundamentales como la educación y la salud”, señaló el funcionario.
Corti admitió que la población penitenciaria es cada vez más joven, y que ingresa con un nivel de instrucción deficiente o nulo. ”Aproximadamente hay una porcentaje de un 30 % de población analfabeta en las cárceles de la provincia”, estimó. Este porcentaje se condice con las estadísticas de nivel nacional.

Establecer equilibrios

El gran desafío de cualquier política penitenciaria es equilibrar acciones de control que garanticen la seguridad y convivencia pacífica -dentro de un contexto hostil como es la cárcel- con la apertura de dispositivos normalizadores tales como un plan educativo, en forma generalizada y sostenida en el tiempo. “Hay una lógica claramente de carácter penitenciario, donde se tiene que pensar en determinados objetivos en función de la seguridad. Debemos tratar de armonizar todo esto con otra lógica distinta, que es la del espacio educativo. El desafío es armonizar la lógica de la seguridad con la lógica de la educación, lograr que sean viables y ampliar la llegada a más beneficiarios”, enfatizó Corti.
Aprender tras las rejas

En las unidades penitenciarias de la provincia funcionan niveles de educación primaria y secundaria, el Programa de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (Paeba). Además funciona un espacio de enseñanza universitaria, con carreras de corta duración (tecnicaturas de tres años) de la UNL. “Es un programa de educación a distancia que se implementa con la asistencia de tutores y coordinadores. En la actualidad tenemos 70 estudiantes universitarios”, refirió Corti.

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