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domingo, 31 de mayo de 2009

La Visitación de María a Isabel

"Aquellos días María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oir Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: ¡Bendita tú eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. María dijo entonces: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador... María se quedó con Isabel unos tres meses y se volvió después a su casa."
(Lucas 1, 39-47.56)

La Virgen María, iluminada por Dios, sintió vivos deseos de ir a visitar a su prima santa Isabel. En su avanzada edad, estaba embarazada porque para Dios nada hay imposible.
Un gran apóstol de la Iglesia universal, san Ambrosio, dice estas palabras acerca de este día: "Fue María la que se adelantó para saludar la primera. Ella es la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama".
María no busca reputación, fama o halagos como sucede en muchas de las visitas de nuestros días.
Como iba llena de la gracia de Dios, inundó la casa de su prima de bendiciones.
La Virgen María llevó a Jesús a aquella casa. El cristiano es portador de la Buena Noticia de Dios, su mensajero, el heraldo que anuncia la buena nueva.
"Desde este instante de la Visitación María quedó constituida en “Canal inmenso” por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones".
Los creyentes debemos dedicarnos a anunciar buenas noticias, debemos saber comunicar a los demás los mensajes de Dios.

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