Consideramos necesario tener presente que en primer lugar somos cristianos, en segundo lugar somos Pastoral Penitenciaria y, por fin somos profesionales. Este orden no desmerece nuestro ser profesional sino que, por el contrario, lo enaltece.
Sostenemos que uno sólo es el Señor, uno solo el Maestro que es Jesús que nos guía con criterios insoslayables y nos asegura que el Reino ya está en medio de nosotros (DA 103)
Estar en el Mundo de la Carcelación es aceptar la palabra del Señor “Yo he venido a traer fuego al mundo y quiero que arda” (Lc 12,49) y practicarla pues “Ustedes son mis discípulos” (Jn 8,31). Proclamamos la dimensión sobrenatural de nuestra vida y afirmamos que somos familiares de Jesús. Como Discípulos-Misioneros-Profesionales nos comprometemos a ser coherentes con la fe que profesamos y a ser Iglesia operante aún ante el martirio, empeñados en el desafío de la realidad deshumanizante y en la promoción integral de la dignidad humana para lograr una auténtica liberación (DA 358).
Desde esa perspectiva distinguimos MALA IN SE de MALA PROHIBITA, lo que es malo en sí mismo de lo que es malo por prohibido por la ley. Entendemos que desde nuestro ser cristiano nos debe preocupar la “mala in se”, con independencia de lo que la ley prohíba o permita. Precisar qué es “mala in se” debe responder a un criterio propio de PROCAPP, sustentado en el Evangelio, en la Doctrina Social de la Iglesia Católica y en el Documento de Aparecida (DA 100.c) que determinan un marco ético a nuestras profesiones.
Encontramos que, en esencia, no existe distinción admisible entre los conceptos DELITO y PECADO, siendo el primero la especie y el segundo el género, lo que nos permite definir el Delito como una especie del género pecado que ha sido seleccionado por la ley de los hombres. No obstante, es posible encontrar circunstancias de excepción donde no todo delito es pecado y no todo pecado es delito. Pero en cuanto al desvalor de la acción no admite diferencias. La justicia de los hombres no puede ser parámetro de ninguna distinción.
RECONCILIACION
El Hombre carcelado, para ser reconocido como persona y en su ser social, no requiere de re-educación ni de re-inserción, sino de REDENCIÓN como servicio de liberación de estructuras impuestas (DA 543). Esta sólo puede obtenerse por la Reconciliación. Por tanto nos implicamos en el diálogo para la reconciliación social que no importará jamás negociar valores ni renunciar a la verdad evangélica (RP 25). Desterramos la dicotomía “víctima-victimario” en razón que el “victimario” suele ser “víctima” no reconocida (DA 65 y 100).
Debemos referirnos a ofensores y ofendidos, estimulando en ellos procesos de reconciliación que abarquen todo el mundo de la Carcelación, generando conciencia en la Sociedad, la Iglesia y los propios carcelados
Es esencial priorizar la reconciliación del encarcelado con su historia y con quienes se hayan visto perjudicados por sus actos (la sociedad y las personas afectadas).
Debemos reflexionar el verdadero sentido y fin de la pena; pensar y proponer alternativas a la prisión que se basen en la misericordia y tengan por objetivo la reconciliación.
PROCAPP sostiene que la “penitencia” carece de sentido y esencia si no hay reconciliación tanto para el ofensor como para el ofendido, la Iglesia y la Sociedad y propone llevar adelante la “Pastoral de la Reconciliación y del Encuentro” (Lc 15,22).
COMPROMISO
Como miembros de la PP el objetivo de base de los profesionales es evangelizar mediante la Palabra de Dios y la ayuda concreta al encarcelado, a su familia, a los miembros del Sistema Carcelario. Predicar como fundamental el respeto y el trato humano (no degradante, humillante o indigno, de manera física, psíquica o espiritual) a los encarcelados y sus familias. Pero es nuestra función denunciar en equipo toda falencia, carencia o abuso a que los carcelados se vean expuestos, en la convicción que es ”mala in se”.
Debemos poner freno a todo trato inhumano al privado de la libertad y a la familia que lo visita, utilizando la evangelización al guardiacárcel y/o autoridades que conviven con el hacinamiento pues las mejoras que puedan lograrse humanizarán su trabajo.
En toda situación en que la dignidad de la persona humana resulte afrentada, PROCAPP, a través de sus juristas, en forma autónoma de los catequistas de la Pastoral Penitenciaria, debe hacer escuchar su voz y arbitrar las vías pertinentes como la acción de AMPARO y de HABEAS CORPUS.
Al efecto, debemos:
1.- Identificar e interpretar las situaciones que atentan contra la dignidad de la persona y exigir que cese toda medida vejatoria, razonando que cualquier atentado a una vida plena es maltrato, tortura y muerte de lo que no se debe ser cómplice ni siquiera con el silencio.
2.- Difundir, compartir, motivar con las producciones que se vayan elaborando.
3.- Instrumentar acciones puntuales (casos testigo) para explorar formas de avanzar.
4.- Mantener interiorizado al Secretariado y Comisión Episcopal, y en caso de intervención al Obispo local.
5.- Tratar a nuestros hermanos encarcelados con cortesía y amabilidad con lenguaje común y sincero, siempre con la Verdad, puesta nuestra confianza en Jesús, María y la Iglesia.
6.- No prometer a los encarcelados y sus familias lo que no podemos cumplir sino más bien conservemos la simpleza de la caridad sincera y efectiva.
7.- Considerar los ambientes carcelarios tal como son sin pretender cambios utópicos e imaginarios, pero sin dejar de insistir en todo lugar, civil o eclesial, que los centros de detención, o respetan la dignidad del encarcelado o deben ser declarados inconstitucionales.
8.- Llevar siempre con nosotros a Dios y a María, basándonos en la enseñanza de los Santos padres y ejemplos de manifestaciones populares.
9.- Basar la Espiritualidad del catequista de PP, en su propia vulnerabilidad descubriendo qué espíritu lo anima
10.- Avanzar con lo y los que somos, conscientes que Dios proveerá.
“Cuidaremos el bien vivir del hermano, cuando dejemos de mirar y hablar y luchemos por satisfacer sus necesidades de acuerdo a las circunstancias”. Debemos brindar amor al hermano encarcelado como si nosotros estuviésemos en esa situación
EVALUACIÓN:
Es la Primera vez que en un Encuentro de PROCAPP surge con claridad un camino a recorrer, como comunidad de profesionales
a) Objetivos de trabajo
b) Aportes disciplinarios
c) Sentimiento comunitario de pertenencia y pertinencia
Se apreció la necesidad de integrar equipos de trabajo estables, que avancen en la producción de contenidos (condiciones para la dignidad humana; profundizar reflexiones sobre la espiritualidad en el ejercicio profesional, cómo apartarse de los prejuicios y concepciones naturalizadas; estrategias de evangelización del sistema; conformación de redes de alianzas con personas e instituciones que aporten a la iluminación del camino a recorrer)
Sostenemos que uno sólo es el Señor, uno solo el Maestro que es Jesús que nos guía con criterios insoslayables y nos asegura que el Reino ya está en medio de nosotros (DA 103)
Estar en el Mundo de la Carcelación es aceptar la palabra del Señor “Yo he venido a traer fuego al mundo y quiero que arda” (Lc 12,49) y practicarla pues “Ustedes son mis discípulos” (Jn 8,31). Proclamamos la dimensión sobrenatural de nuestra vida y afirmamos que somos familiares de Jesús. Como Discípulos-Misioneros-Profesionales nos comprometemos a ser coherentes con la fe que profesamos y a ser Iglesia operante aún ante el martirio, empeñados en el desafío de la realidad deshumanizante y en la promoción integral de la dignidad humana para lograr una auténtica liberación (DA 358).
Desde esa perspectiva distinguimos MALA IN SE de MALA PROHIBITA, lo que es malo en sí mismo de lo que es malo por prohibido por la ley. Entendemos que desde nuestro ser cristiano nos debe preocupar la “mala in se”, con independencia de lo que la ley prohíba o permita. Precisar qué es “mala in se” debe responder a un criterio propio de PROCAPP, sustentado en el Evangelio, en la Doctrina Social de la Iglesia Católica y en el Documento de Aparecida (DA 100.c) que determinan un marco ético a nuestras profesiones.
Encontramos que, en esencia, no existe distinción admisible entre los conceptos DELITO y PECADO, siendo el primero la especie y el segundo el género, lo que nos permite definir el Delito como una especie del género pecado que ha sido seleccionado por la ley de los hombres. No obstante, es posible encontrar circunstancias de excepción donde no todo delito es pecado y no todo pecado es delito. Pero en cuanto al desvalor de la acción no admite diferencias. La justicia de los hombres no puede ser parámetro de ninguna distinción.
RECONCILIACION
El Hombre carcelado, para ser reconocido como persona y en su ser social, no requiere de re-educación ni de re-inserción, sino de REDENCIÓN como servicio de liberación de estructuras impuestas (DA 543). Esta sólo puede obtenerse por la Reconciliación. Por tanto nos implicamos en el diálogo para la reconciliación social que no importará jamás negociar valores ni renunciar a la verdad evangélica (RP 25). Desterramos la dicotomía “víctima-victimario” en razón que el “victimario” suele ser “víctima” no reconocida (DA 65 y 100).
Debemos referirnos a ofensores y ofendidos, estimulando en ellos procesos de reconciliación que abarquen todo el mundo de la Carcelación, generando conciencia en la Sociedad, la Iglesia y los propios carcelados
Es esencial priorizar la reconciliación del encarcelado con su historia y con quienes se hayan visto perjudicados por sus actos (la sociedad y las personas afectadas).
Debemos reflexionar el verdadero sentido y fin de la pena; pensar y proponer alternativas a la prisión que se basen en la misericordia y tengan por objetivo la reconciliación.
PROCAPP sostiene que la “penitencia” carece de sentido y esencia si no hay reconciliación tanto para el ofensor como para el ofendido, la Iglesia y la Sociedad y propone llevar adelante la “Pastoral de la Reconciliación y del Encuentro” (Lc 15,22).
COMPROMISO
Como miembros de la PP el objetivo de base de los profesionales es evangelizar mediante la Palabra de Dios y la ayuda concreta al encarcelado, a su familia, a los miembros del Sistema Carcelario. Predicar como fundamental el respeto y el trato humano (no degradante, humillante o indigno, de manera física, psíquica o espiritual) a los encarcelados y sus familias. Pero es nuestra función denunciar en equipo toda falencia, carencia o abuso a que los carcelados se vean expuestos, en la convicción que es ”mala in se”.
Debemos poner freno a todo trato inhumano al privado de la libertad y a la familia que lo visita, utilizando la evangelización al guardiacárcel y/o autoridades que conviven con el hacinamiento pues las mejoras que puedan lograrse humanizarán su trabajo.
En toda situación en que la dignidad de la persona humana resulte afrentada, PROCAPP, a través de sus juristas, en forma autónoma de los catequistas de la Pastoral Penitenciaria, debe hacer escuchar su voz y arbitrar las vías pertinentes como la acción de AMPARO y de HABEAS CORPUS.
Al efecto, debemos:
1.- Identificar e interpretar las situaciones que atentan contra la dignidad de la persona y exigir que cese toda medida vejatoria, razonando que cualquier atentado a una vida plena es maltrato, tortura y muerte de lo que no se debe ser cómplice ni siquiera con el silencio.
2.- Difundir, compartir, motivar con las producciones que se vayan elaborando.
3.- Instrumentar acciones puntuales (casos testigo) para explorar formas de avanzar.
4.- Mantener interiorizado al Secretariado y Comisión Episcopal, y en caso de intervención al Obispo local.
5.- Tratar a nuestros hermanos encarcelados con cortesía y amabilidad con lenguaje común y sincero, siempre con la Verdad, puesta nuestra confianza en Jesús, María y la Iglesia.
6.- No prometer a los encarcelados y sus familias lo que no podemos cumplir sino más bien conservemos la simpleza de la caridad sincera y efectiva.
7.- Considerar los ambientes carcelarios tal como son sin pretender cambios utópicos e imaginarios, pero sin dejar de insistir en todo lugar, civil o eclesial, que los centros de detención, o respetan la dignidad del encarcelado o deben ser declarados inconstitucionales.
8.- Llevar siempre con nosotros a Dios y a María, basándonos en la enseñanza de los Santos padres y ejemplos de manifestaciones populares.
9.- Basar la Espiritualidad del catequista de PP, en su propia vulnerabilidad descubriendo qué espíritu lo anima
10.- Avanzar con lo y los que somos, conscientes que Dios proveerá.
“Cuidaremos el bien vivir del hermano, cuando dejemos de mirar y hablar y luchemos por satisfacer sus necesidades de acuerdo a las circunstancias”. Debemos brindar amor al hermano encarcelado como si nosotros estuviésemos en esa situación
EVALUACIÓN:
Es la Primera vez que en un Encuentro de PROCAPP surge con claridad un camino a recorrer, como comunidad de profesionales
a) Objetivos de trabajo
b) Aportes disciplinarios
c) Sentimiento comunitario de pertenencia y pertinencia
Se apreció la necesidad de integrar equipos de trabajo estables, que avancen en la producción de contenidos (condiciones para la dignidad humana; profundizar reflexiones sobre la espiritualidad en el ejercicio profesional, cómo apartarse de los prejuicios y concepciones naturalizadas; estrategias de evangelización del sistema; conformación de redes de alianzas con personas e instituciones que aporten a la iluminación del camino a recorrer)
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