Silvia Schujer, en su libro "Las visitas" narra, desde el punto de vista de un adolescente, los cambios que se producen en la vida de su familia a partir del momento en que su padre es encarcelado. En este fragmento, Fernando, el narrador, le cuenta su amiga Alejandra la rabia que sintió a los seis años, cuando se enteró de que su padre no estaba de viaje, sino en la cárcel.
"Empecé a insultar [a mi hermana] como si ella tuviera la culpa y me acuerdo que sentí como que me ahogaba. Y me dieron ganas de romper todo. Y empecé a tirar patadas al aire cuando [mi mamá y mi hermana] trataban de agarrarme. Hasta que pude largarme a llorar.
Las odié. Las odié tanto. Y a mi viejo también. Andá a saber porqué. No sé, no sé. Capaz que en ese momento me di cuenta de todo. O por lo menos de algo: que me habían mentido. Que los dibujos que yo había hecho para mandar a otro país -con el sobre y todo- estaban en la cárcel. Y que las cartas de mi papá venían de ahí y a lo mejor ni siquiera las escribía él. Y que en una de ésas ni siquiera estaban escritas y me leían cualquier batata. Y que habían pasado dos años en los que el único estúpido que no había visto a mi papá era yo. Y que todos lo sabían. Todos, todos, todos. Un desastre."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario