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miércoles, 8 de julio de 2009

Servicio Penitenciario


El Director del Servicio Penitenciario de la provincia de Santa Fe, Dr. Mariano Bufarini, abordará este tema, dentro del Cursillo de Formación, hoy a partir de las 19:30 hs, en la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Pellegrini 1561)

Compartimos el material aportado en Cursillos de años anteriores:

EL SISTEMA CARCELARIO

Un sistema es una unidad dinámica, conformada por una cantidad de elementos que guardan determinadas relaciones entre sí, tendientes a sostener el equilibrio del sistema. Cada elemento ocupa una posición y tiene un comportamiento específico en ese equilibrio, y la interdependencia hace que si un elemento cambia de lugar y por ende de comportamiento, produce un corrimiento del resto de elementos.
Si nos planteamos un cambio en el sistema carcelario, debemos comprender que no es posible producir modificaciones solo en parte de los elementos, sino que un verdadero cambio en el sistema tiene que contemplar a todos los actores que lo integran.

Como toda institución, el Servicio Penitenciario surgió frente a la necesidad social de dar un tratamiento específico a aquellos ciudadanos que no respetaban las leyes, con el fin de reinsertarlos en el futuro a la vida social. Es decir que la sociedad, por medio del Estado, crea esa institución y le delega la atención de estas personas, lo que constituye su función social. En la delegación, el que delega no se desliga sino que se mantiene atento y controla, interviniendo cuando no está conforme con el comportamiento de la institución.

En el caso de la institución penitenciaria -igual que las de minoridad- la delegación social se ha convertido en una depositación. La sociedad no se siente involucrada y el problema ya no le compete. El interno -igual que el niño- queda "depositado" a exclusiva cuenta de la institución, y ésta en su totalidad queda abandonada a su suerte. No solo los internos sienten este abandono, sino todo el personal. La responsabilidad de lo que ocurre adentro no es compartida con nadie, y mas vale nadie "quiere saber".

Los agudos procesos de exclusión social, donde cada vez son más los que nada tienen, al lado de unos pocos que cada vez tienen más, endurecen inevitablemente el sistema de control y represión social. Las masas desposeídas son visualizadas como un gran "peligro" del que hay que defenderse. Y la "justicia" que se clama es en realidad un pedido de encierro y eliminación.
El objetivo de reinserción social se ha convertido en un objetivo de sometimiento a la “ley”, dictada por los que más tienen afuera, y por los que detentan el poder adentro. Se reproducen así al interior de la institución los mecanismos sociales de dominación que tienen mucho que ver con la historia que llevó al interno tras las rejas. La verticalidad del sistema y la necesidad de someter al interno a un orden de cosas ajeno a él son la base de la violencia institucional.

Más allá de las expresiones sistemáticas de castigo y maltrato, la institución cerrada aísla y masifica a la persona, la somete a la pasividad de una estructura vertical de autoridad y le niega su relación de intercambio social. Este sistema desconoce que una persona crece -y tiene la posibilidad de cambiar- solo en la medida en que se desarrolle un proceso de socialización y humanización, en un contexto de relaciones con los demás, con el paisaje, las costumbres de su comunidad, todos factores que están más allá de las paredes de una institución.
Las instituciones cerradas no preparan para lidiar con el mundo externo, y moldean una personalidad formada en la violencia y dependiente de un mundo poderoso que se plasma en la fuerza que ejerce la institución que lo recluye.
Se reproducen al interior de la institución los mecanismos de dominación que prevalecen en la sociedad, provocando ya sea el sometimiento, ya sea la rebelión, en una actitud que busca ocupar el lugar del dominador. Los vínculos de dominación/sometimiento que genera y reproduce el sistema son los únicos conocidos y vivenciados por los que permanecen en él.
El personal cumple el rol de bisagra: sometido él mismo al sistema vertical y obligado a ocupar un lugar dominante frente al interno. Esta situación se vuelve muchas veces insostenible y afecta profundamente la integridad de las personas.
El verticalismo del régimen penitenciario deja lugar muchas veces a la arbitrariedad, que es generadora de impotencia. Y la impotencia y la violencia de la arbitrariedad es fácilmente volcada en los internos, y frecuentemente llega a las familias penitenciarias
No existen en el sistema espacios para el ejercicio de la libertad personal, para ninguno de sus integrantes. Cuando surgen los problemas, la “culpa” es de las personas, no del sistema.
Siendo que en la cárcel fueron recluidas personas que no supieron hacer un uso responsable de su libertad, es llamativa la ausencia de estos espacios, que podrían dar lugar a un proceso de responsabilización progresiva

Conocemos bien el concepto social del que "goza" el interno. Pero también sabemos cuál es el concepto que recae sobre el personal penitenciario: son corruptos, violentos, perversos, incapaces de realizar otro trabajo, etc., etc. En el punto de la descalificación social se encuentran todos los integrantes del sistema.
Podemos concluir que el sistema es una trampa de deshumanización para todos, por lo que existe la necesidad de humanizar el sistema para TODOS
. Recordemos siempre:
* No es posible humanizar el sistema solo para algunos.
* Cualquier cambio introducido en el sistema impacta al resto.

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