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viernes, 3 de julio de 2009

Somos Testimonio de amor y amistad en la fragilidad humana

Conforme a la visión y mensaje del Sermón de la Montaña (Mt 5,7; Le 6,21-46) respondemos al odio con amor, a la violencia con cariño y perdón, para ofrecer un camino de curación humana. Se trata de aplicar en la cárcel el sermón de la montaña, el ideal del cristianismo. Si eso es imposible, es imposible el evangelio: tenemos que abandonar este apostolado.
Sólo una experiencia de encuentro personal, de cercanía humana y de amistad, puede ofrecer esperanza de vida y deseo de futuro a muchos que sobreviven, solitarios, estigmatizados, aislados.
Vamos a acompañar, a escuchar, a animar
; nunca a juzgar (Mt 7,1). Caminamos el mundo donde crece la injusticia; conocemos el reino de la enfermedad, tocamos las fronteras donde parece imponerse por siempre la muerte sobre el mundo. En esta pastoral se cumple la palabra de Jesús, que lleva la "victoria de Dios" al mundo entero (Mt 12,19-21).
Victoria de Jesús, ministro débil de la redención de Dios, que sabe penetrar y quedarse en el mundo de los que se encuentran más oprimidos. Presentar en este campo un signo de esperanza de Jesús, un principio nuevo de gracia y perdón es el sentido más profundo de la pastoral en el mundo de la carcelación. Escuchar a los que dicen sus tristezas, respetarlos siempre, descubriendo en ellos (y con ellos) el rostro de Cristo y el misterio de la fragilidad humana y de la muerte.

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