Conforme a la palabra de Mt 25, 31-46, "estuve en la cárcel y me visitasteis". La cárcel es ante todo un estado de aislamiento; allí donde la sociedad expulsa nos comprometemos a recibir, acogiendo en comunidad a los expulsados, ofreciéndoles nuestra presencia.
Mostramos al encarcelado que no se encuentra solo, que no todos los hombres y mujeres de la sociedad lo han rechazado, que puede contar con la solidaridad de los creyentes. El preso ha de sentir que su vida tiene sentido para los demás, que no se limitan a expulsarlo, sino que la misma expulsión puede convertirse para él, paradójicamente, en principio de una más alta presencia y compañía.
Esta pastoral de presencia tiene sus raíces en la mejor teología del Antiguo Testamento: Dios es el que dice ¡aquí estoy!, ¡no te encuentras solo! Frente a la soledad que desemboca en el miedo, ofrecemos el signo de una presencia humana en los lugares de mayor opresión y soledad, diciendo ¡aquí estoy!
Esta es pastoral del "ser" antes que del "hacer"; del estar, del hacerse presente, en forma simplemente humana.
LA PASTORAL PENITENCIARIA DEL CONO SUR: una mirada hacia adentro para la misión continental
No hay comentarios.:
Publicar un comentario