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lunes, 6 de abril de 2009

La Pascua de Jesús, la de Moisés y la anterior

La Pascua, que para nosotros es la Resurrección de Jesús, en el Antiguo Testamento fue el paso del mar para ser libres, pero que desde mucho antes, en esa fecha del comienzo de la primavera (en la parte norte del planeta) celebraban, agradecían e imploraban todos, por algo más inmediato que la vida eterna o la tierra prometida: la comida.
Es que la primavera, era importante para poder cosechar lo que habían sembrado, especialmente el trigo y para los pastos con que se alimentaba el ganado; y esto tenemos que entenderlo en una época en que la producción de alimentos era muy limitada y la conservación era muy difícil, entonces, una mala cosecha o una alta mortalidad en los rebaños, significaban hambre generalizado, y como única alternativa de supervivencia había que emigrar a otra tierra a venderse como esclavos.
Por todas estas razones la fiesta de la primavera tenía tanto que ver con la vida: imploraban la protección divina, festejaban y agradecían los beneficios, porque no era simplemente una costumbre religiosa, era la vida misma la que estaba en juego.

Nuestra Pascua tiene varios contrasentidos, hay hambre y nos vendemos como esclavos en medio de cosechas record y con alta tecnología en producción y conservación de alimentos, siendo este el signo espantoso de nuestro tiempo.

Para nosotros no es el comienzo de la primavera, sino del otoño, sin ser lo más importante, coincidimos con el almanaque pero no con el sentido, y es muy distinta la predisposición que podríamos darle en el mes de setiembre u octubre.
Pero por sobre todo, la coincidencia, mas allá del almanaque, al igual que la antigua Pascua, o la de Moisés y la de Jesús, no está en juego una costumbre religiosa, sino nuestra vida, libertad y dignidad, para no ser un pueblo sin tierra y sin proyecto. No se trata de esperar una nueva pascua, sino de unirlas a todas, ese es el desafío que hoy nos presenta la fe.

La Pascua que necesitamos

La pascua mas antigua, significaba el paso a la primavera para salir del hambre; la pascua de Moisés fue el paso del mar para salir de Egipto, tierra de esclavitud a ser libres y buscar la tierra prometida; la más importante, la pascua de Jesús fue el paso para salir del sepulcro, de la muerte y asegurarnos la vida eterna; hoy necesitamos un paso más, el que hace falta para salir de la miseria.

Al hablar de la pobreza, tenemos que saber distinguir, porque ella es uno de los puntales de la propuesta de Jesús, y en las bienaventuranzas, tanto Mateo como Lucas, la que encabeza la lista.
Pero no tiene nada que ver con la pobreza que este mundo impone, que en realidad, el verdadero nombre es el de indigencia.

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