En algún momento llego al punto
en que ya no puedo
culpar a nadie por lo que es mi vida.
Debo hacerme cargo
de que soy como soy.
Si no hago más que buscar
sin atreverme a encontrar,
estaré huyendo de ti, mi Dios,
en búsqueda y en fuga permanente.
Salí huyendo
pero jamás me alejé del todo.
Me abatió el cansancio,
el cansancio de vida, y no obstante
siempre en algún lugar quedaba
un resabio de ti.
En todos los rincones,
en todos los confines te busqué,
y al fin tú me encontraste.
- Pastoral Penitenciaria
- Rosario, Santa Fe, Argentina
- pastoralpenitenciaria@hotmail.com
sábado, 8 de agosto de 2009
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