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lunes, 3 de agosto de 2009

LA PRUDENCIA

  • La prudencia es la primera de las cuatro virtudes cardinales que inclina a la elección y al empleo recto de los medios adecuados para la consecución del fin. La prudencia es la ciencia de los santos. “Sigue el consejo de los prudentes, y no desprecies ningún buen consejo” (Tob. 4, 18)
  • La prudencia nos enseña a examinar con discreción lo que es bueno para practicarlo y lo que es malo para evitarlo, lo que es verdadero y lo que es falso...” El prudente ve el peligro y se esconde, el simple sigue adelante y la paga (Prov. 27, 12)
  • La prudencia es la reina de las virtudes morales en cuanto que a todas las preside y gobierna, de tal suerte que, en el momento que alguna de ellas se ejercitara imprudentemente, dejaría de ser virtud para convertirse en vicio”. Sin la prudencia todas las demás virtudes pierden su brillo y hermosura.
  • La prudencia nos pide discreción en el hablar, en el trabajo, en el vestido..., en cuantas cosas hacemos. “Pensad dos veces las palabras antes de que las profiera la lengua... Quitad la prudencia y la virtud será vicio”. (San Bernardo)
  • La prudencia es el ojo y el piloto del alma, así como de todos los movimientos y acciones. El prudente es, pues, el que ve de lejos. (Santo Tomás)
  • Séneca dijo: “El que no sabe callar, no sabe hablar”, No obréis pronto sino después de haber examinado cuidadosamente; no reflexionar es locura”
  • La prudencia es la ciencia del discernimiento entre el bien y el mal... “Un hombre falto de prudencia es semejante a un navío sin piloto, que es llevado de acá para allá, como juguete de los vientos...” (San Basilio)
  • El hombre prudente mide sus discursos y los pesa en la balanza de la justicia, para que haya gravedad en su razón y peso en lo que dice. Obrando así manifiesta dulzura, bondad y modestia”. (San Ambrosio)
  • ¿Qué nos enseña la prudencia? Nos enseña a ser dóciles, a saber aconsejarnos de los más prudentes, a escuchar con paciencia, y cuando es razonable lo que dicen contra nuestra mala conducta, aceptarlo sin enfado, antes bien con agradecimiento, por cuanto que se nos dice para nuestro bien... Además nos enseña a hacer las cosas con diligencia, a no dejar para después lo que puedes hacer ahora, y a hacerlas a su debido tiempo.
  • El hombre prudente, según San Bernardo, no hace nada sin ser examinado y previsto estas tres cosas: 1 – Si lo que desea hacer está permitido, 2 – Si es conveniente, 3- si es ventajoso. Se deben medir los discursos y las palabras.
  • Jesús dijo: “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mt. 10, 16) A la prudencia de la serpiente, que procura defender al cabeza de los golpes, ha de ir unida la sencillez de la paloma, o sea, la sinceridad de ánimo ajena a todo doblez y engaño.

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